Lucas 13:10-14:35

¿Qué está pasando?

Jesús responde a tres preguntas en nuestro pasaje de hoy: ¿Cómo es el reino de Dios (Lucas 13:18)? ¿Quién entrará en ese reino (Lucas 13:23)? ¿Y qué se necesitará para ser ciudadano del reino de Dios y discípulo de Jesús (Lucas 14:27)?

Jesús responde a la primera pregunta sanando a dos personas enfermas el sábado. El sábado estaba destinado a celebrar que Dios liberó a Israel de su cautiverio. Así que Jesús libera a una mujer enferma y libera a un hombre enfermo (Lucas 13:16; 14:4). Como un grano de mostaza que brota de la tierra o un trozo de masa que crece lentamente, estas curaciones son evidencia de que el reino de Dios está llegando inesperada y sutilmente.

Así que la multitud se pregunta quién entrará en el reino de descanso y libertad de Dios. Jesús les dice que los ciudadanos del reino no serán las personas que asuman que ya han llegado o que tienen un lugar privilegiado en la historia de Dios. Las personas que llamen a la puerta una vez cerrada la encontrarán cerrada por dentro (Lucas 13:25). A los que ocupen los mejores asientos en las mesas de los banquetes se les pedirá que se sienten en otro lugar (Lucas 14:9). Aquellos que rechacen las invitaciones de boda encontrarán que sus asientos son para cojos, ciegos y lisiados (Lucas 14:21).

Cada una de estas parábolas es una reprensión a la presunción de los fariseos de que su falta de compasión por los pecadores y los pobres nunca podría quitarles su posición como «el pueblo elegido de Dios». Jesús les advierte que quienes se consideren los primeros serán los últimos, y todos los que hayan considerado últimos ocuparán su lugar como los primeros ciudadanos del reino de Dios (Lucas 13:30).

Entonces, ¿qué busca Jesús en los ciudadanos de este reino? ¿Qué se necesita para ser su discípulo? Jesús dice que será difícil. Será como abrirse paso por una puerta estrecha, cargar cruces y renunciar a todo lo que tienes (Lucas 13:24; 14:27, 33). Significará humillarse por completo para ser exaltado (Lucas 14:11).

¿Dónde está el Evangelio?

Si estás enfermo, pobre, discapacitado, oprimido o marginado, ya sabes lo que significa ser el más pequeño. Tu vida ya te ha humillado. La buena noticia es que la invitación de Jesús a experimentar la salvación, la sanación, la liberación y el honor te llega primero a ti, a los últimos.

Normalmente, los religiosos, los ricos y los privilegiados no entienden y no están dispuestos a ayudar. Pero Jesús es diferente. Jesús se hizo amigo de los pecadores sin pecar nunca. La riqueza de Jesús no se podía medir, pero la dejó atrás para simpatizar con los pobres. Jesús es el primero de toda la creación, pero se convirtió en el más pequeño para poder salvarla. Jesús el grande renunció a todo para convertirnos, los últimos, en sus discípulos. Ahora Jesús nos invita a todos, ricos o pobres, a seguirlo.

Compruébelo usted mismo

Que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al gran Dios cuyo reino es lo primero para los más pequeños. Y que veas a Jesús como el que se humilló a sí mismo para que los más pequeños pudieran ser los más grandes en el reino de los cielos.