Marcos 8:27-9:32

¿Qué está pasando?

Hasta este punto en Marcos, la identidad de Jesús ha permanecido oculta. Pero Pedro, cuando se le pregunta, le dice a Jesús: «Tú eres el Mesías» (Marcos 8:29).

«Mesías» significa «ungido». En el Antiguo Testamento, los reyes eran ungidos en su coronación. Era una señal de que Dios los había apartado para liderar. Jesús explica que su coronación incluirá la muerte y, después de tres días, la resurrección de entre los muertos (Marcos 8:31). Quien quiera seguirlo, advierte, también debe morir (Marcos 8:34). Jesús repite este mensaje tres veces refiriéndose a sí mismo como el «Hijo del Hombre».

Después de esto, Jesús lleva a Pedro, Santiago y Juan a una montaña donde es glorificado frente a ellos y se le unen Moisés y Elías (Marcos 9:3). Dios resuena desde el cielo: «Este es mi Hijo amado» (Marcos 9:7).

Mientras bajan de la montaña, los discípulos aún no entienden por qué el «Hijo del Hombre» necesita sufrir (Marcos 9:10). Jesús les recuerda a Juan el Bautista. Juan sufrió solo por hablar del Hijo del Hombre. Los discípulos no deberían sorprenderse si el Hijo del Hombre también sufre.

Al pie de la montaña, una multitud espera a Jesús. Un hombre con un hijo poseído por un demonio viene a Jesús porque sus discípulos no pueden expulsarlo (Marcos 9:18). Jesús dice que tanto el padre como la multitud son infieles (Marcos 9:19). El padre pregunta desesperado: «¡Ayuda a mi incredulidad!» Jesús responde expulsando al demonio. Cuando el demonio se va, el niño parece un cadáver hasta que Jesús lo toma de la mano y lo levanta del suelo.

¿Dónde está el Evangelio?

La frase «Hijo del Hombre» proviene de una visión del libro de Daniel en la que cuatro grandes bestias destruyen el mundo. De entre los escombros, alguien «como un hijo de hombre» se eleva al cielo y se sienta junto a Dios (Daniel 7:13).

Un ángel explica que este Hijo del Hombre representa a todos los hombres y mujeres pisoteados por las bestias. Todos los que hayan sufrido y muerto bajo sus garras serán levantados cuando este representante ocupe su asiento junto a Dios (Daniel 7:18). Jesús es el Hijo del Hombre de Daniel. Cuando murió y resucitó, ascendió al trono de Dios y fue coronado rey. La buena noticia es que si sufrimos y morimos con él, ¡Jesús es nuestro representante! Sin duda nos resucitará y nos sentará en el poder junto con él. (Efesios 2:6)

Es difícil confiar en que el sufrimiento y la muerte puedan conducir al poder y a la vida. Como el hombre con un hijo poseído, necesitamos ayuda en nuestra incredulidad. Pero Jesús dijo: «Todo es posible para los que creen». Jesús demuestra que eso es cierto al resucitar al hijo del hombre de entre los muertos (Marcos 9:23). Si creemos que Jesús es el Hijo del Hombre, aunque parezca imposible, Jesús también está dispuesto y tiene el poder de resucitarnos.

Compruébelo usted mismo

Rezo para que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al Dios que vence a través del sufrimiento. Y que veas a Jesús como el que acepta nuestra fe y nos eleva a tronos con él.