1 Reyes 17-19

¿Qué está pasando?

Israel está en medio de una sequía. Es un desastre natural que refleja el estado espiritual de Israel y sus reyes. La palabra de Dios, como la lluvia, da vida, pero Israel (y particularmente el rey Acab) han rechazado las palabras de Dios como fuente de vida (1 Reyes 18:18, 16:30). La sequía es una reprimenda por el rechazo de Israel a la palabra vivificante de Dios y, por lo tanto, solo cuando lo diga Elías, el profeta de Dios, volverá a llover sobre Israel (1 Reyes 17:1).

Mientras el resto de Israel tiene hambre, Dios lleva a Elías a un arroyo fuera de las fronteras de Israel y lo alimenta en el desierto (1 Reyes 17:2-3, 6). Cuando la sequía hace que el arroyo se seque, Dios promete que una viuda lo alimentará en un pueblo cercano (1 Reyes 17:9). Cuando llega, la sequía prácticamente la ha matado de hambre (1 Reyes 17:12). Pero cuando la palabra de Dios llega a la boca de Elías, la viuda multiplica su alimento y ambos comen (1 Reyes 17:16).

Más tarde, el hijo de la viuda muere trágicamente (1 Reyes 17:17). Pero en la primera historia de la resurrección en las Escrituras, el hijo resucita de entre los muertos (1 Reyes 17:22). La palabra de Dios en la boca de Elías trae vida donde todos esperaban la muerte (1 Reyes 17:21). Esta pobre viuda extranjera ahora ve lo que el monarca más poderoso de Israel no puede ver: la palabra de Dios da vida (1 Reyes 17:24).

Entonces, Dios le dice a Elías que se enfrente a Acab y devuelva la lluvia a Israel (1 Reyes 18:1). Elías propone una contienda entre los falsos profetas de Acab y él (1 Reyes 18:23). El verdadero Dios es el dios que responde a sus sacrificios (1 Reyes 18:24). Durante horas, los profetas de Acab suplicaron a Baal que respondiera, pero nunca se escucha ninguna voz (1 Reyes 18:29). Elías, por otro lado, no ruega. En su sencilla oración, Dios habla a través del fuego (1 Reyes 18:38). A diferencia de Baal, Dios es fuerte.

Elías mata a los profetas que adoraban al dios silencioso, y el Dios que habla finalmente envía lluvia (1 Reyes 18:40 b, 45). Cuando Acab le cuenta a su esposa Jezabel lo que Elías ha hecho, ella amenaza con matarlo (1 Reyes 19:2). Elías apenas se escapa al desierto. Pero Dios lo encuentra allí y lo alimenta de nuevo (1 Reyes 19:5-6). Luego, al igual que Moisés, Elías se dirige al monte. Horeb, también conocido como Sinaí (1 Reyes 19:8).

Cuando Dios le habló a Moisés fue a través de truenos y relámpagos, e Israel se convirtió oficialmente en el pueblo de Dios a través de un pacto (Éxodo 19:16). Pero ahora el pueblo de Dios ha abandonado ese pacto y Dios le habla a Elías en voz baja (1 Reyes 19:12). Pero, una vez más, las palabras de Dios dan vida. Dios encarga a Elías una nueva tarea profética (1 Reyes 19:15-16 a). Y Dios le dice a Elías que él no es ni el último profeta de Dios ni el último israelita fiel (1 Reyes 19:16 b, 18). Dios aún dará vida al Israel muerto.

¿Dónde está el Evangelio?

La sequía de Israel demuestra que rechazar la palabra de Dios invita a la muerte. Los milagros de Elías demuestran que las palabras de Dios dan vida a los muertos. Al principio, las palabras de Dios trajeron luz a las tinieblas (Génesis 1:1). Y el apóstol Juan nos dice que la Palabra vivificante de Dios se hizo carne en Jesús (Juan 1:14).

Jesús retoma el ministerio profético de Elías para dar vida a la tierra muerta (Hebreos 1:1-2). Al igual que Elías, Jesús fue alimentado en el desierto, multiplicó la comida para los hambrientos, cambió el clima con una palabra y es el único otro hombre en las Escrituras que resucitó de entre los muertos al hijo de una viuda. Al igual que Elías, tanto Israel como sus líderes rechazaron a Jesús (Lucas 23:21). Tras el rechazo de Elías, Dios lo consoló con su voz suave y apacible. Pero después del rechazo de Jesús, Dios guarda silencio (Marcos 15:34).

El silencio de Dios, como la sequía de Israel, demuestra que rechazar la palabra de Dios invita a la muerte. Pero la Palabra de Dios hecha carne trae vida incluso a las tumbas. Como el hijo de la viuda, Jesús resucita de entre los muertos. Más brillante que una columna de fuego y más fuerte que un susurro, la tumba vacía de la Palabra proclama en voz alta las buenas nuevas de la vida eterna a todos los que creen en la palabra de Jesús.

Compruébelo usted mismo

Que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al Dios cuya palabra da vida. Y que veas a Jesús como la Palabra hecha carne que da vida al mundo entero.