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Genealogía de Jesús
En Mateo 1:18-2:23, vemos que Jesús tiene éxito donde Moisés e Israel fracasaron para traernos un éxodo completo y final del pecado y la muerte.
¿Qué está pasando?
La narración del nacimiento de Jesús incluye momentos tensos y dolorosos: un matrimonio que se desmorona, el engaño político, la huida del peligro e incluso la matanza de bebés. Sin embargo, para cada escena difícil, Mateo nos dice que Dios está cumpliendo las Escrituras. Lo hace para demostrar que Dios utilizará incluso la oposición para hacer realidad sus planes.
Primero, Mateo nos cuenta una profecía sobre una virgen que concibe un hijo que se llamará Emanuel, que significa Dios con nosotros (Isaías 7:14). María es esta virgen embarazada (Mateo 1:18). Y antes de que su novio José pueda divorciarse de ella, un ángel viene y le dice que llame al niño Jesús, lo que significa que Dios salva (Mateo 1:21). Dios salvaría a las personas de sus pecados al estar con ellas en Jesús.
Las siguientes dos Escrituras cumplidas conectan a Jesús con la historia de Moisés. El rey de Belén intentó matar a Jesús condenando a muerte a todos los niños de dos años o menos (Mateo 2:18). Advertidos en una visión, Jesús y su familia huyen a Egipto. Al igual que Moisés, Jesús escapa de la matanza infantil de un rey asesino (Éxodo 1:22). Y al igual que Moisés, Jesús se levantará para redimir a Israel de su esclavitud de una vez por todas.
Para cumplir con los profetas una vez más, Dios le dice a José que es seguro salir de Egipto y regresar a casa. Jesús sale de Egipto tal como lo hizo Israel (Mateo 2:20). Jesús no es solo el nuevo Moisés, sino también el nuevo Israel, que triunfa en todos los lugares en los que el pueblo hebreo ha fracasado. Jesús logrará lo que Israel nunca pudo lograr: la completa obediencia al Señor.
¿Dónde está el Evangelio?
Todo lo relacionado con el nacimiento de Jesús habría salido mal si no fuera por la intervención divina. María y José se habrían divorciado, Herodes habría matado a Jesús, José no habría huido a Egipto y la familia no habría regresado a un lugar seguro.
Dios intervino en la peor situación para cumplir la gran historia de la salvación que había estado contando durante miles de años.
Así como Dios intervino entonces, interviene ahora. Si no fuera por Jesús, estaríamos muertos en nuestros pecados (Efesios 2:1). Pero Jesús interviene para resucitar a los muertos espiritualmente. Él nos salva, como lo prometió su nombre. Son buenas noticias.
Así como las circunstancias del nacimiento de Jesús cumplieron con los pasajes del Antiguo Testamento, la vida, la muerte y la resurrección de Jesús cumplieron los nombres que se le dieron. Jesús es Emmanuel y Dios está con nosotros para salvarnos.
Compruébelo usted mismo
Que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al Dios que interviene para lograr la salvación. Y que veas a Jesús como quien está con nosotros para salvarnos de nuestros pecados.